Decir "NO" es una oración completa.
Jun 02, 2021Todavía resuena en mi cabeza el lema “Sí se puede”, el cual formó parte de la emotiva y exitosa campaña presidencial de Barack Obama, cuyo eje central hacía alusión exclusiva a las cosas buenas. A nivel comercial, los expertos en mercadeo y publicidad enfatizan que para vender cualquier artículo debe usarse la palabra SÍ y jamás el término NO.
Yo misma ‘adoctrino’ constantemente a mi hija sobre el hecho de que en la vida es muy importante tener una actitud de “sí”, porque en general ese sencillo monosílabo está atado a lo positivo, a lo bueno, a la forma correcta de cómo se debe afrontar la vida.
Por el contrario, cuando una persona dice “no”, es considerada amargada y difícil. Incluso se genera cierto rechazo colectivo no sólo hacia quienes son tajantes al usarla, sino ante la misma palabra, debido a ese ‘hilo negativo’ que viene asociado con ella.
Hoy quiero recordarles que aunque el término “no” ha sido satanizado, la realidad es que es igual, y en muchas circunstancias, aún más importante que la palabra “sí”. Utilizado correctamente, puede estar lleno del amor más profundo y de los sentimientos más positivos. Y contra todo pronóstico, es posible seguir siendo una persona linda, dueña de un corazón grande y generoso, y todavía decir que “no”.
Por ejemplo, en la crianza de nuestros hijos, la palabra “no” debe estar en nuestro vocabulario permanente. Hoy día pareciera que nos diera miedo negarles cualquier cosa, llevados por el pánico a no ser considerados ‘chéveres’ o porque los vamos a ‘frustrar’.
Pues bien: resulta que decirles “sí” a todo es más nocivo y en muchos casos demuestra muchísimo menos amor por ellos. Es imprescindible que nuestros hijos entiendan que NO es posible tener todos los bienes materiales que quieren, que NO pueden tomar trago antes de la mayoría de edad, que NO deben consumir drogas, que NO tienen derecho a ser irrespetuosos o agresivos con nadie y que NO serán tratados como adultos hasta que NO se hayan ganado el privilegio de serlo.
Así mismo, nos vemos constantemente afectados porque ‘nos da pena’ decir que NO y establecer límites a la sobrecarga de compromisos laborales y/o sociales. Nos angustia decirles NO a las expectativas de la familia o de nuestra pareja; nos sentimos incómodos e incluso preferimos mentir a la hora de proteger nuestro tiempo o muchas veces hasta nuestra integridad.
Nos vemos obligados a justificar con argumentos “sólidos” la razón por la cual NO queremos hacer ciertas cosas o pensar otras, cuando en realidad un simple “no quiero” debería ser suficiente para nosotros y para terceros.
Preferimos sufrir en silencio y estudiar una carrera equivocada, negar nuestra orientación sexual, casarnos con la persona errónea o incluso tener hijos (por solo nombrar unos ejemplos), con tal de no decirle “no” a la sociedad.
Constantemente nos encontramos en situaciones incómodas, aburridas y hasta dolorosas por no saber decir “no” y dejarnos llevar por la facilidad del “sí”.
Es hora de reflexionar: No todo lo que se niega es malo… Ni todo lo que se acepta es bueno.
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