Las fronteras están en nuestra mente.

Jul 25, 2022

¿Ustedes sabían que ya hay cientos de aplicaciones que traducen cualquier idioma en segundos? Estas herramientas, valiosísimas a la hora de viajar, son tan completas y prácticas que podrían reemplazar a cualquier curso intensivo de idiomas. Hoy les quiero dar otro truco que es infalible y no necesita de ningún dispositivo. Lo acabo de probar y me funcionó a la perfección en cuatro países donde yo no entendía ni el abecedario: ¡una sonrisa!

Sin importar si le sonreía a un monje, a una niña, a un anciano o hasta a un guardia de alta seguridad en un país comunista, jamás falló la táctica de decir “hola”, con una sonrisa de oreja a oreja. Al instante veía cómo se iluminaban los ojos de esa otra persona, quien me la devolvía inmediatamente, por más gruñón que al principio pareciera. Y después de la sonrisa, todo fluía perfectamente a través de señas.

Esto me hizo reflexionar sobre lo fundamentalmente iguales que somos los seres humanos, sin importar raza, religión o nacionalidad. Tal vez comamos comidas distintas, les recemos a dioses diferentes o tengamos costumbres radicalmente opuestas, pero nuestra esencia humana es la misma.

Al aterrizar el avión, todo el mundo enciende su celular y les avisa a sus seres queridos que “llegaron bien”; sin importar el país de destino, los niños chiquitos quieren correr por todas partes y las mamás siempre están detrás de ellos para que no se caigan o se pierdan; la foto selfi es universalmente obligatoria para los jóvenes y los adultos contemporáneos; un beso no conoce idioma y ver a una pareja de enamorados caminando juntos es igual de fantástico aunque ellos vengan de Marte.  

Nuestra esencia como seres humanos es la misma, pero es increíble la forma como nos enfrascamos en resaltar nuestras diferencias. A través de la historia hemos librado guerras sangrientas y lamentables contra nuestros hermanos, originadas por sutilezas de pensamiento, en lugar de ayudarnos y acompañarnos bajo el enfoque de todo aquello que nos une. Yo no soy diferente a cualquier mujer de cualquier parte del mundo que trabaja, que está tratando de criar a una hija adolescente y que quiere tener una relación amorosa linda y comprometida. Tenemos tanto que aprender los unos de los otros y tanto que compartir para que este mundo sea mejor para todos.  

Esto suena obvio, pero solemos olvidarlo. Las fronteras están en nuestra mente. Las limitaciones del idioma están en nuestras inseguridades. Miremos más allá de lo superficial de cada uno y concentrémonos en las sonrisas; creo que ahí es donde radica la verdadera globalización.



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