¿No entendemos a los hombres?

Sinceramente pienso que como mujeres estamos cometiendo un error garrafal que quizá ha afectado nocivamente todas nuestras relaciones con los hombres: nos pasamos la vida comparándolos y juzgándolos con NUESTRAS reglas de perfección. 

“¿Por qué es tan lento?”, “¿Por qué tengo que recordarle todoooo?”, “¿Por qué es tan desordenado?”, “¿Por qué es tan despistado y sin embargo nunca quiere pedir direcciones?”,  “¿Por qué no me entiende cuando le hablo, y cómo así que no sabe lo que yo quiero?”, “Si yo puedo mascar chicle, manejar y maquillarme al mismo tiempo, por qué no puede hacer algo tan sencillo como hablar por teléfono y prestarme atención?”, ¡y así nos la pasamos!

¿Qué pasaría si entendiéramos que ellos están “hechos” diferentes a nosotras? Que sus despistes, silencios y la mayoría de sus comportamientos tienen una razón de ser. Y que tal vez ellos no se han fijado como meta personal sacarnos de quicio. Ellos son, simplemente, hombres. No son mejores, no son peores, son diferentes.

En lo que sí considero que son iguales a nosotras es en que también les gusta sentirse importantes, amados, y validados. Así como a nosotras nos encanta saber constantemente que somos el centro del universo para ellos, igual les es imprescindible saber que no son los últimos en nuestra lista.

Y así como nosotras les gritamos a los cuatro vientos que queremos a alguien que nos acepte y nos quiera como somos, para ellos también es importante que los queramos así… incondicionalmente.

Las reto a que en lugar de resaltar a diario todo lo que ellos “hacen “mal”, los escuchemos, aceptemos y entendamos. ¡Tal vez así dejemos de ver tantos sapos y nos encontremos con un mundo lleno de príncipes!